Cont. La última víctima.



Emily, enredada en la plática con Grace, no se percató del caballero que se le acercaba con gran porte y elegancia. Por su atractivo, usualmente era imposible que pasase desapercibido. Pero en ésta ocasión, no fue hasta que recibió un codazo de Grace cuando Emily lo vio. En ese instante que Emily posicionó sus ojos sobre él, ella quedó inmóvil y se sorprendió aún más al ver que él se dirigía hacia ella. Grace inmediatamente le guiñó el ojo a Emily en señal de aprobación, pues a ella también le impresionó el aspecto de London. Cuando London finalmente se detiene frente a Emily, Grace se retira para dejarlos a solas.
        Emily estaba demasiado nerviosa. Le temblaban las piernas y no dejaba de juguetear con sus manos. Jamás había visto alguien parecido ni le había cruzado por la mente que alguien como él llegara a interesarse en ella. No sabía qué hacer ni cómo comportarse.
–Mi nombre es London, ¿Y el tuyo cariño?-
-Emily- Dijo sonriendo.
-Es un verdadero placer, Emily- Dijo mientras tomaba la mano derecha de Emily para darle un tierno beso.
        Después de haber roto el hielo, ella se vio envuelta en una larga conversación con él. Mientras charlaban, los demás invitados los veían fijamente, se habían convertido en la mayor atracción de la fiesta. Sólo necesitó un par de horas para enamorarla, era realmente encantador, tenía el talento suficiente para que ella cayera a sus pies. Y así fue, Emily pareció estar bajo un hechizo. Él aprovecho y le robó un beso. Emily se dejo llevar por el momento, algo que no era muy usual en ella, pero sus labios la desafiaron, no pudo contenerse. La atracción que sintió hacia él era inevitable. El beso tan sólo duro un par de segundos, pero fue el beso más intenso que jamás había experimentado en su vida. Fue algo desconocido que poseyó su alma. En el momento que él le toco su brazo, sintió un shock de electricidad correr por todo su cuerpo y comenzó a imaginarse un mundo a lado de él. Su corazón latía con tanta rapidez que parecía explotar. Enseguida, tomados de la mano, caminaron hacia el jardín. Emily seguía temblando, pero esta vez de frío. El otoño ya se acercaba. London enseguida se quitó su saco y se lo ofreció.
-Gracias, pero no te molestes estaré bien. Tan sólo es un poco de viento- dijo Emily tímidamente.
-Aunque haga un poco de viento, tómala por favor, odiaría verte enferma y saber que fue mi culpa.- Insistió London.
- De acuerdo. Veo que no podré convencerte, de nuevo gracias, es un lindo gesto de tu parte.- Emily sonrío y London la ayudó ponerse el saco.
Se dirigen hacia un kiosco adornado con luces navideñas, rodeado de flores exóticas. El viento soplaba con suavidad.
- Eres tan hermosa bajo la luz de la luna, ¿Dónde habías estado toda mi vida?- preguntó él, mientras acariciaba con tanta ternura el rostro de Emily. Esta era la primera vez que pronunciaba esas palabras con sinceridad lo cual le pareció muy extraño, no sabía lo que le sucedía pero de lo que estaba seguro era que se sentía muy feliz, emoción que no experimentaba en un largo periodo.
-Aquí, siempre esperando tu llegada.- contestó ella. Se sentía tan especial, tan amada, un sentimiento nunca antes experimentado, a pesar de que sólo tenía un par de horas de haberlo conocido, y  ese hecho le preocupaba.
-Me gustaría saber qué tipo de flores te gustan, tu color favorito, tú cumpleaños, lo que te gusta hacer. ¡Todo!-
Ella suelta una carcajada, - Me encantan los tulipanes, especialmente los rojos debido a que me recuerdan a mi madre, ella siempre los plantaba en nuestro patio, cuando aun vivía; mi color favorito es el morado; mi cumpleaños es el 3 de agosto; me gusta leer, ver películas, patinar, bailar; soy hija única; naci en Cambridge. ¿Y tú?-
-Lamento lo de tú madre-
-No te preocupes, eso ya fue hace algunos años aunque sigue viva en mi corazón y pensamientos-
Permanecieron callados por varios segundos, hasta que London rompió el silencio.
- Mi color favorito es el negro; cumplo años el 23 de junio; también me gustan las películas aunque tengo bastante sin ver una, ya que mi trabajo no me lo permite.-
-¿En que trabajas?-
-Bueno ya basta de hablar de mí, ¿no crees? Prefiero que hablemos de ti.-
-¿Por qué? ¿No crees que yo también quiera saber más de ti?-
-No lo dudo, pero no puedo en este momento, en verdad lo siento.-
-Eres muy misterioso London.-
Deciden tomar asiento en una banca. Ahí ella acomoda su cabeza en su hombro mientras él la abraza.
  (Continuará...)

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