Técnica aplicada de Russell
Poema
Original
Mario Benedetti
Amor de tarde
Es una lástima que no
estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.
Poema Modificado
Karla Jiménez
Enamorarme de tarde
Me entristece que
no te encuentres a mi lado
y veo el reloj
que dicta las cuatro
terminó mi
trabajo
y quedo absorto
en mis pensamientos por diez minutos
y me dispongo a
hacer mis ejercicios diarios
para después
sacar mis mentiras.
Me entristece que
no te encuentres a mi lado
y le echo un
vistazo al reloj que dicta las cinco
y soy una manija
que cosecha problemas
o tal vez dos brazos que brincan
encima de
cuarenta algodones
o una oreja que
escucha como llora el ipod
o un individuo
que hace letras y les saca sinceridades.
Me entristece que
no te encuentres a mi lado
y de nuevo me
encuentro viendo el reloj y son las seis.
Podrías llegar
sin avisar e inquirir “¿Cómo te va?”
para que
enseguida me quede con la sombra roja de tus labios
y tú con el tizne azul de mi carbónico.
Comments
Post a Comment